Una vez un esposo me contó que él no sabía cómo expresarle gratitud a su esposa.
-Simplemente, no me parece natural —dijo.
-Yo te entiendo —le dije y, como sabía que le gustaba jugar golf, añadí—: Me -imagino que cuando empezaste a jugar golf no te pareció natural, ¿no es asi?
-Tienes razón. Yo era el peor principiante que pueda imaginarse. Perdí decenas de bolas en el lago.
-Entonces, ¿cómo aprendiste a jugar golf? —le pregunté.
-Poco a poco —respondió—. Simplemente seguí intentándolo y, por supuesto, conté con un buen entrenador.
-Entonces yo seré tu entrenador, si estás dispuesto a intentarlo —dije—. Poco a poco empezarás a sentirte más natural, pero tienes que seguir intentándolo.
El estuvo de acuerdo y, con el tiempo, se convirtió en un esposo estelar.
Una de mis sugerencias para este esposo fue conseguir un cuaderno de "gratitud". En la primera página, él escribió: "Lo que aprecio de mi esposa". Yo le pedí que, en una semana, escribiera tres cosas en la primera página y que me las presentara la semana siguiente. Debo admitir que, desde mi perspectiva, eran bastante generales.
- Ella cocina bien.
- Ella es una buena madre.
- Ella es una buena maestra de escuela.
Sin embargo, ese fue el punto de partida. Yo escribí lo siguiente en su cuaderno de gratitud, junto a cada frase:
- Querida, sé que no te lo he dicho con frecuencia, pero eres una excelente cocinera y realmente aprecio todas las comidas que preparas.
- María (el nombre de su esposa), he pensado acerca de lo maravillosa que eres como madre para nuestros hijos y quiero agradecerte todo lo que haces por ellos.
- ¿Cómo te fue tu trabajo de enseñar esta semana?
Estoy seguro de que los padres de tus estudiantes realmente te aprecian. Por todo lo que escucho eres una excelente maestra.
En seguida, le pedí que leyera cada comentario en voz alta. Lo hizo con cierta dificultad, pero los leyó.
-Ahora quiero que esta semana te pongas frente a un espejo y leas cada comentario en voz alta, al menos dos veces al día —dije.
-¿Eso es todo? —preguntó.
-Eso es todo por esta semana —respondí.
-Muy bien, esta es tu tarea para las siguientes tres semanas —indiqué—. Quiero que le digas a María una de esas frases cada semana. Tú puedes elegir el tiempo y el lugar, pero cada semana debes expresarle tu gratitud por una de las tres razones.
-Eso va a ser difícil —reconoció.
Lo sé, pero un buen jugador de golf como tú puede hacerlo —dije.
-Lo intentaré —dijo.
-Eso es lo único que se necesita —dije al tiempo que
él salía de mi oficina.
-¿Cómo salió todo? —pregunté.
-La semana pasada, cuando hice mi tercera declaración, ella me dijo: "¿Qué te pasa? Nunca te había escuchado decirme tantos halagos".
-¿Y tú qué dijiste? —pregunté.
-Le dije que, simplemente, intentaba aprender a expresarle cuánto la apreciaba. Y ella dijo: "Qué lindo detalle de tu parte. Te amo mucho". Ella no había dicho eso en mucho tiempo. Me sentí maravilloso.
Ese fue otro recordatorio del poder de usar palabras de gratitud.
-Eso es todo por esta semana —respondí.
La semana siguiente le pedí que pronunciara cada uno de los comentarios de afirmación sin mirar su cuaderno.
Lo hizo bastante bien.
-Muy bien, esta es tu tarea para las siguientes tres semanas —indiqué—. Quiero que le digas a María una de esas frases cada semana. Tú puedes elegir el tiempo y el lugar, pero cada semana debes expresarle tu gratitud por una de las tres razones.
-Eso va a ser difícil —reconoció.
Lo sé, pero un buen jugador de golf como tú puede hacerlo —dije.
Ambos reímos.
-Lo intentaré —dijo.
-Eso es lo único que se necesita —dije al tiempo que
él salía de mi oficina.
-Al cabo de tres semanas él entró en mi oficina con una sonrisa en su rostro.
-¿Cómo salió todo? —pregunté.
-La semana pasada, cuando hice mi tercera declaración, ella me dijo: "¿Qué te pasa? Nunca te había escuchado decirme tantos halagos".
-¿Y tú qué dijiste? —pregunté.
-Le dije que, simplemente, intentaba aprender a expresarle cuánto la apreciaba. Y ella dijo: "Qué lindo detalle de tu parte. Te amo mucho". Ella no había dicho eso en mucho tiempo. Me sentí maravilloso.
Ese fue otro recordatorio del poder de usar palabras de gratitud.
De allí pasamos a ampliar las posibilidades de hablar palabras positivas a su esposa. Nos enfocamos en aspectos que él apreciaba de su personalidad. Llegó con una lista muy bien elaborada. Luego empezó a agradecer a su esposa lo que ella hacía por él, cosas que él había dado por descontadas. Él empezó a fijarse en la ropa que ella vestía y a decirle lo bien que se veía. Le agradeció a su esposa que tolerara su obsesión con el golf y no lo hiciera sentir culpable cuando iba al club.
En cuestión de nueve meses él era, a los ojos de María, un esposo estelar. Tal vez en tu caso personal sea fácil expresar aprecio y gratitud a tu cónyuge. O tal vez te resulte extremadamente dificil. Si es así, espero que esta historia te anime a empezar. No permitas que tus experiencias pasadas destruyan tu realidad presente. Si a causa de las crisis inesperadas tienen que pasar más tiempo juntos, deben crear una relación más positiva al reemplazar las bombas verbales por bálsamos verbales.
PONGÁMOSLO EN PRÁCTICA
- Si los dos están dispuestos, firmen una tregua. Si solo uno de ustedes está dispuesto, comprométete por tu lado a firmar la tregua.
Escribe las siguientes palabras en una hoja de papel, que cada uno pueda firmar con fecha:
Sabemos que las palabras ásperas y las críticas lastiman nuestra relación. Por lo tanto, nos comprometemos a declarar una tregua del uso de esas palabras. No solo buscaremos dejar de lanzar bombas verbales al otro, sino que procuraremos reemplazar las palabras negativas por palabras positivas de aprecio. - Empieza tu propio cuaderno de "gratitud".
Esta semana, anota tres cosas que aprecias de tu cónyuge.
Añade dos más cada semana, a lo largo de seis semanas.
- Intenta expresar verbalmente el aprecio que tienes por tu cónyuge al menos una vez por semana.
- Cuando falles y hables de manera áspera o con críticas a tu cónyuge, primero cálmate y en seguida regresa y discúlpate.
Extracto del libro “5 Ideas para fortalecer tu matrimonio: En medio de las crisis inesperadas”
Autor: Gary Chapman
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