La aventura más significativa en la vida de un niño cobra vida en las letras del mismo chico, ahora en su vejez, y entusiasma a los lectores de Un verano en Villa Fe a regresar a ese lugar con una nueva perspectiva. Y es que el chico, ya adulto, viaja de nuevo a casa de los abuelos inspirado en las enseñanzas que ellos —sus “abus”— dejaron impresas en su tierna existencia.
El prolífico autor, José Luis Navajo, vuelve a sus andanzas dejando una conmovedora y grata estela literaria a su paso. A través de las experiencias vividas con sus abuelos, plasma en su obra una perspectiva de vida refrescante para los pequeños a los que les ha tocado vivir en estos tiempos de hoy.
Dudas como las siguientes:
- Dios, ¿por qué a la gente buena le ocurren cosas malas?
- ¿Por qué tengo mil preguntas y los demás parecen tener solo respuestas?
- Dios, ¿acaso te importa que me enferme?
- ¿No te importa que no puedo quedarme embarazada?
- ¿No te importa que perdí el trabajo?
Son respondidas con las sabias conversaciones que mantenía con sus abuelos, las cuales marcaron su vida con consejos como estos:
- La gracia, a veces, llega envuelta en aparente desgracia.
- Dios no cambia las circunstancias, las usa para cambiarme a mí.
- A veces es necesario dejar un buen pasado para abrazar un mejor futuro.
- La humildad son el mejor adorno que puede lucir una persona.
Al retornar a las verdes praderas de Villa Fe y alojarse en su habitación con vista al cielo, el autor emociona al lector con sus aventuras y le deja una pregunta por responder: “¿Quieres ser la próxima persona en ocupar esa habitación con vista al cielo?”