Podemos experimentar el miedo a la gente -a ser rechazados o heridos- en todos los ámbitos de la vida, porque lo que más anhelamos es sentirnos aprobados, aceptados, dignos y amados.
La autora nos anima a despertar a la realidad de que ni siquiera la aprobación más deseada nos satisfará ni disipará nuestro miedo a la gente. Karla de Fernández nos muestra que el único miedo que no defrauda es el miedo a Dios.