Todos tenemos relaciones: con nuestros padres, hermanos, socios y amigos. Y todas nuestras relaciones están, de alguna manera, rotas. Arruinamos las cosas y ellos también; la gente resulta lastimada. La Biblia tiene mucho que decir sobre cómo debemos relacionarnos con otras personas, cómo hacer las cosas bien cuando hemos sido necios y qué debemos hacer cuando alguien nos ha lastimado. Pero lo más importante es que nos pide que nuestra relación con Jesús sea lo primero; todo lo demás fluirá desde allí.